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22 de mayo del 2012

Código Político. Estrategia Electoral

Juan José Arreola

El arte de la estrategia electoral tiene muchos elementos, pasos precisos, decisiones contundentes, concatenación de de-cisiones. Empero, uno de los elementos clave que todo aspirante a ocupar un cargo de elección po-pular, es determinar cuáles sonsus fortalezas y cuáles sus debilidades, y cuáles las de sus contrincantes. Para lograrlo, se necesita que los integrantes del equipo de campaña realicen un acto de análisis concienzudo, real, sin halagos al candidato. Parejo a esta práctica es menester definir desde antes de que se realice el primer acto de campaña, si se va a apostar por la continuidad de lo que hasta ahora ha realizado el antecesor en el cargo que se busca o, por el contrario, se pregonará la necesidad de un cambio y, en consecuencia, se marcará con claridad un distanciamiento con las políticas hasta ahora implementadas.

Cuando se es opositor al gobernante, tomar la bandera del cambio resulta sencillo y termina por ser una decisión natural.

Sin embargo, hay otro elemento complementario a considerar; en términos de comunicación se debe entender con claridad qué es lo que piensan los electores sobre el tema; ¿están de acuerdo con el actual go-bierno o preferirían que las cosas cambiaran?

Hacer la sincronía, hacer click entre candidato (a) y electores es fundamental, pues si el discurso y el compromiso del primero es entendido por la masa electora, puede apostarse que será una campaña exitosa.

* Mismo partido

Los problemas empiezan cuando el candidato es miembro del mismo partido al que pertenece el gobernante que ha hecho mal las cosas ¿cómo plantear la situación?

En el terreno práctico podríamos poner como ejemplo el caso del municipio de San Juan del Río para el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el de Jalpan de Serra para el Partido Acción Nacional (PAN).

Sus candidatos, Fabián Pineda Morales y Juan Fernando Rocha Mier, respectivamente, enfrentan una situación complicada por la apreciación mayoritaria de sus electores en el sentido de que los actuales alcaldes, Gustavo Nieto Chávez y Miguel Torres no han hecho las cosas como se hubiera querido.

Los dos candidatos tendrían que plantearse la necesidad de cambiar. El asunto es ¿Cómo hacerlo? si son del mismo partido.

En el caso de estos dos aspirantes bien valdría la pena plantear dos ejes. Uno, que ellos son los indicados para realizar lo que le faltó a su antecesor; es decir, reconocer que no todo está hecho. Dos, habrá que dejar en claro entre el electorado que en caso de que sus adversarios llegaran a ganar se correría el riesgo de perder lo que hasta ahora se ha logrado.

*Cómo iniciaron

El arranque de campaña de Fabián Pineda Morales en San Juan del Río, contrario a lo que se podía prever, fue sólido. Es un Fabián que ha cambiado radicalmente con relación al político que vimos -y no escuchamos- en la cámara de diputados.

Ha sido tal el cambio en el priista que ante los reporteros sanjuanenses “confesó” que el principal error que había cometido en su actividad pública es el haber estado alejado de la prensa; haberse comportado arisco con los reporteros.

Les prometió que ahora no apagará su teléfono móvil.

Quizá la cara contraria de este arranque de proceso comicial sea el candidato a la presidencia municipal de Querétaro por la misma coalición “Compromiso por Querétaro”, Roberto Loyola Vera.

Recuérdese que hace poco más de un año llegó a la Secretaría de Gobierno de la administración de José Calzada Rovirosa para, literalmente, sacar del atolladero a dicha dependencia.

Loyola Vera demostró habilidad, gusto por esta labor, interlocución y capacidad para desactivar conflictos sociales. Fue un buen funcionario público.

En los primeros días de campaña, sin embargo, mostró otra face-ta. Mala dicción, mensaje débil, alejado de la ciudadanía y hasta con problemas de logística.

Su casa de campaña, por ejem-plo, pasó de ser la sede de un antro a la oficina de un político y de sus colaboradores. Específicamente el sitio elegido para realizar las confe-rencias de prensa es pequeño, incomodo y obscuro, lo que manda un mensaje negativo.

* Los otros

Los otros focos rojos que se han encendido en la coalición se ubican -ya lo habíamos referido y hoy se refuerza esa visión- en los munici-pios de El Marqués, Corregidora, Jalpan de Serra, Huimilpan, Pedro Escobedo, Colón y Amealco.

Uno de los problemas comunes entre los aspirantes a gobernar estos municipios es que ellos mismos no han sido capaces de dejar en claro si tienen la capacidad y la sapiencia para gobernar.

Sus discursos, sus acciones, su relación con el partido político de pertenencia, el contacto “difícil” que han tenido con los electores, los problemas de estructura orgánica y, por supuesto, la capacidad de las oposiciones, conforman una realidad que se les contrapone.

Bajo este contexto vale la pena cuestionarse si a estas alturas aún se confía en la existencia del “efecto Peña” o el “efecto Calzada”; es decir, si pesará o no en el elector la idea de que la visión positiva que se tenga de los dos referidos, haga que la gente la traslade a los aspirantes priistas y sin cuestionarlos, sin analizarlos, se emita un voto “ciego” a su favor.

Muy difícilmente veremos este fenómeno. Parece que la tendencia es emitir sufragios particularizados, definidos por el carisma o la repulsión que de los candidatos se forjen los ciudadanos.

Por eso es determinante la acción electoral de cada candidato. Al final de cuentas son ellos -y ellas-las que ganan o pierden elecciones.

Por supuesto que tanto Fabián como Juan Fernando tienen la necesidad de reconocer que hay problemas, que no todo está resuelto y que para eso se requiere alguien con sensibilidad suficiente para dar continuidad a lo positivo y eliminar lo negativo.

Paralelamente, la sugerencia sería que “robaran” las banderas a sus opositores; que el equipo estratégico analice con detenimiento la propuesta de los adversarios para que el candidato las asuma como propias.

Ya veremos, a partir de la próxima semana, si los estrategas de ambos candidatos mencionados, saben el a, b, c de la guerra electoral.

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